lunes, 22 de febrero de 2016


LA INNOVACIÓN EDUCATIVA

La innovación en la enseñanza supone un conjunto de técnicas, planteamientos y propósitos que buscan un cambio del sistema educativo actual, pero también en las personas que lo forman, lo que implica a toda la comunidad educativa. La innovación no pretende un cambio instantáneo, sino un proceso que consiga modificar la realidad del aula, proponiendo al niño como la figura principal de la mejora.
Para conseguir que se produzca la innovación, es necesario que el maestro esté predispuesto al cambio. Para ello debe tener la motivación y el interés suficiente que lo lleve a sumergirse en un proceso de continua formación, en el que tendrá que poner en acción todos sus conocimientos, capacidades, actitudes y estrategias con el objetivo de emplear los recursos de los que dispone de manera diferente y original para renovar los métodos y patrones educativos de la antigüedad, haciéndolos más prácticos y atractivos para el alumnado.
Del texto El profesorado y la innovación educativa” de Carbonell Sebarroja, J. (2001). podemos destacar los siguientes requisitos para que se produzca la innovación:
        Buen desarrollo de la escuela en su conjunto y equilibrio de desarrollo de la autonomía personal y profesional de todos los docentes y alumnos.
        Cooperación y participación democrática basada en el diálogo, negociación, decisiones compartidas y compromiso.
        Imprescindible un cambio de mentalidad del profesorado. (Pensamiento crítico constructivo, espíritu de superación, actitud positiva).
        Reflexión, asesoramiento, planificación,  formación y  evaluación continua. Dar especial importancia al reciclado de los conocimientos de los maestros, deben ser útiles y estar adaptados a las necesidades de hoy en día.
        Los resultados del cambio suelen detectarse a medio-largo plazo. Por lo tanto, se debe tener paciencia y confianza en lo que se está haciendo.
        Enseñanza de saberes culturales relevantes, socialmente útiles y psicológicamente adaptados a los intereses y necesidades de los alumnos.

A parte de los requisitos ya mencionados, concretamos tres aspectos que consideramos de especial importancia a la hora de crear una escuela innovadora:
        El Proyecto Educativo de Centro
La filosofía y cultura escolar han de ser renovadas, tomando un enfoque más innovador basado en la democracia participativa a través del debate y la reflexión.
        Escuela-entorno
Los conocimientos y aprendizajes se deben trasladar y relacionar con el entorno. Esto solo se puede conseguir a través de una buena planificación y organización que logre una buena integración de la cultura del territorio en el currículum del centro, así como contar con la colaboración de diferentes agentes formativos, elaboración de nuevos proyectos que se integren en la comunidad, etc. Los maestros en este aspecto, tienen especial relevancia ya que serán ellos los encargados de actuar como mediadores entre ambas culturas y escenarios de aprendizaje.
        Colaboración de las familias.
Es necesario que exista buena comunicación con las familias. Se les debe tener en cuenta a la hora de tomar decisiones, animándoles a participar para conseguir así que colaboren activamente y apoyen el cambio.

Una vez explicados los requisitos y aspectos más importantes a la hora de construir una educación más innovadora, debemos indicar que la mayoría de las veces lo que realmente impide que se produzca, son las críticas hacia la misma. Ya que a lo largo del tiempo algunas de las pedagogías innovadoras han sido calificadas por los neoconservadores como inservibles exponiendo que no llevan a ninguna parte, ni trabajan los contenidos propuestos debido a la falta de disciplina, de autoridad y exceso de idealismo, apoyándose en la idea de que la educación tradicional, pura y dura es la que realmente impide el fracaso escolar, amplía el nivel de enseñanza y restringe por completo la mala conducta.
Otro aspecto que provoca la falta de innovación, es la escasez de contenido de algunas instrucciones innovadoras, que, a la hora de ponerlas en práctica, se convierten en simples “guías” carentes de fundamento, ya que sólo se centran en el punto de vista instrumental, sin tener en cuenta la implicación del profesor y del alumnado.
Conseguir la evolución hacia una educación más innovadora y adaptada a los tiempos de hoy en día no es algo sencillo, y según Carbonnell Sebarroja, en el proceso de cambio pueden surgir las diferentes dificultades:
·      Inercia institucional: Se emplean los métodos de trabajo que se han llevado a cabo siempre.
·      Individualismo: Se trabaja de manera aislada (en este caso el tutor), sin que nada ni nadie interfiera en la forma de impartir las clases.
·      Corporativismo: Trata dos maneras de organización; la construcción de pequeños grupos, cada uno encargado de un departamento dentro de la institución escolar, y el colectivo docente en su conjunto.
·      Formación del profesorado: Se verifican grandes lagunas en cuanto a la formación de los mismos. La mayoría sólo está capacitado para transmitir conocimientos, provocando la falta de reflexión, la autonomía e innovación en el aula.
·      Falta de clima, confianza y consenso: Son requisitos indispensables a la hora de emprender cualquier tipo de iniciativa. Para que sea posible la innovación, es necesario que entre los equipos docentes haya un clima de confianza.
·      La intensificación del trabajo docente y control burocrático: Los cambios que se producen en la sociedad provocan que se exija más en los centros educativos, provocando el malestar y agobio en los docentes.
·      Falta de apoyo en la administración educativa: La escasa comprensión de los poderes públicos, hace que los presupuestos en la educación sean bajos, e insuficientes para la labor docente.
Por desgracia en las aulas de hoy en día aparecen muchas de estas dificultades y aún queda mucho para conseguir una buena práctica innovadora.
Como ejemplo de ello extraemos del artículo la frase que mostramos a continuación:
“Así estamos, ciegos de nosotros mismos, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura dominante, cultura del desvínculo, rompe la historia pasada como rompe a realidad presente; y prohíbe armar el rompecabezas” (E. Galeano (1992)).
Esta frase nos ha hecho darnos cuenta de que la enseñanza en las aulas desde la antigüedad está fragmentada por asignaturas que guardan escasos vínculos de relación entre sí; la mayoría de las veces se trabajan sin transversalidad y no se suelen relacionar ni con el entorno ni con la cultura del territorio que envuelve a la escuela.
Las experiencias que hemos tenido en nuestro período de prácticas también refuerzan esta reflexión, puesto que en general, pudimos observar que en la mayoría de las aulas, los maestros no crean buenos hilos conductores entre las diferentes materias que se llevan a cabo, ni tampoco con el entorno que los rodea. Pensamos que esto puede hacer que los niños tengan dificultades a la hora de relacionarlas entre sí, lo que complica la adquisición de conocimientos y la comprensión del mundo que los rodea.
El artículo nos ha permitido tener una visión más crítica y darnos cuenta de que la educación evoluciona muy lentamente, y que las metodologías y el papel del docente se han quedado atrasados. Necesitan renovarse, para dar paso a una nueva forma de aprender y enseñar, en la que el maestro gane mayor autonomía y no sea sólo un mero transmisor de conceptos, sino que convierta a los alumnos en protagonistas de su propio aprendizaje, en el que todos cooperen y participen democráticamente.
Dicho esto, lanzamos al aire la siguiente cuestión;
¿Seremos nosotras las maestras innovadoras del futuro?

La decisión está en nuestras manos.

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