- Reflexión final,
la innovación educativa -
Beatriz Vida Piris (B4)
Antes
de comenzar el cuatrimestre, aparecieron en mi cabeza muchas preguntas en
relación a la materia... ¿qué es la innovación educativa?, ¿en qué consiste?,
¿es complicado ser un docente innovador hoy en día?, ¿existe alguna receta para
lograrlo?
A
medida que fue pasando el curso, fui acumulando información muy diversa, que
poco a poco, gracias a mis conocimientos previos, al trabajo y la reflexión,
pude hilar todas las ideas, contestando así a los interrogantes que me
suscitaba la materia antes de empezar.
La
innovación consiste en tener la capacidad de crear algo diferente, novedoso y
atractivo, utilizando para ello los recursos que tienes a tu alcance. Para
innovar, hay que coger lo habitual, lo ya estipulado y renovarlo. Porque llega
un momento en el que las ‘cosas’ del ayer no nos sirven de la misma manera para
el hoy.
Y así pasa con la educación, está
atrasada porque se basa en ideas del pasado. El tiempo avanza y la educación no
evoluciona. Por eso, la única manera de renovar la enseñanza, de forma que nos
adaptemos mejor a los tiempos de ahora, es a través de la innovación en la
educación. Pero... ¿Qué es la innovación educativa y cuál es su objetivo?
La innovación en las aulas consiste
en un largo proceso que persigue el cambio educativo, y que comienza por la
transformación de la mentalidad docente, así como de la comunidad educativa en
general.
Si una cosa se debe tener claro para
llegar a ser un docente innovador, es que no se puede ser vago. Se debe estar
en constante renovación y esto solo se puede conseguir a través la formación
continua, la investigación, el diálogo, el trabajo en equipo, y la reflexión de
la práctica educativa, adoptando para ello una actitud indagadora y objetiva.
Es importante reforzar la idea de que
un maestro nunca tiene que dejar de aprender, además debe de ser consciente de
lo que hace, teniendo autocrítica para no repetir patrones que con el paso del
tiempo han quedado obsoletos. Intentando comprender la realidad del contexto en
el que se desenvuelve el proceso de enseñanza-aprendizaje, para comprender
mejor a sus estudiantes y poder adaptarse a ellos, teniendo en cuenta sus
experiencias previas, detectando sus dificultades para ayudarles a mejorar,
descubriendo sus talentos ocultos e intereses y despertando su curiosidad por
conocer e indagar.
El maestro debe proporcionar a sus
alumnos aprendizajes útiles para la vida, actividades experienciales e introspectivas
en las que se intente relacionar todas las áreas curriculares entre sí,
fomentando el trabajo cooperativo (¡No competitivo!) entre iguales, hacia la
construcción del propio aprendizaje, la búsqueda del pleno desarrollo tanto
individual como colectivo, así como del crecimiento personal de todos los niños
y niñas de la clase.
Para que el docente adapte su
práctica a la realidad del aula, debe construir y reconstruir constantemente
marcos educativos a través de la propia evaluación de su trabajo pedagógico,
teniendo muy en cuenta la opinión objetiva del resto de profesores, creando
para ello momentos de intercambio de diálogos reflexivos (se recomiendan las
triadas reflexivas, ya que facilitan enormemente el aprendizaje mutuo entre
profesores).
Por lo tanto, los docentes, debemos
tomar como hábito el investigar y reflexionar sobre lo que se hace, antes y
después de la acción. Teniendo en cuenta que hay que evaluar, mediante la
observación objetiva y crítica, revisando fallos y pensando posibles
alternativas para mejorar la acción, compartiendo nuestras ideas con otros
compañeros que nos ayuden a contrastarlas y enriquecerlas, lo que nos llevará
de nuevo a formarnos para encontrar nuevas propuestas sobre las que
reflexionaremos de nuevo, llevaremos a la práctica, y así constantemente. Esto
conseguirá que la práctica y teoría estén más unidas, proporcionando
aprendizajes más reales y coherentes a los estudiantes. Por eso, se debe tener
en cuenta que esta cadena de acciones no puede dejarse de llevar a cabo si
realmente queremos innovar, mejorar la docencia de hoy en día y aumentar el
desarrollo profesional en los centros.

Todo esto se puede resumir con la siguiente ‘receta’ para profesores:
Como se puede comprobar, en la
innovación educativa tiene un papel fundamental la mentalidad del maestro. Pero
no solo eso, la cultura de las instituciones influye enormemente en la
innovación, y actualmente en nuestro país pocos centros están realmente
preparados para llevar a cabo una verdadera educación innovadora.
Por ello, necesitamos preparar a las
escuelas hacia la innovación, partiendo en primer lugar del cambio de
pensamiento docente y siguiendo por la renovación de la legislación y
organización de los centros educativos de nuestro país, para crear escuelas en
las que prime la libertad del alumnado, la formación continua del profesorado,
el constructivismo basado en pequeños proyectos, la nueva organización de los
espacios para crear clases abiertas y heterogéneas en las que todos aprendan de
todos, concienciar de la importancia de tener iniciativa compartida entre
equipo directivo-docente y las familias, procurar establecer una buena conexión
entre las inteligencias básicas y las múltiples de Howard Gardner para
potenciar ambas partes del cerebro de los niños y conseguir que sean más
brillantes y creativos, teniendo en cuenta que el principal objetivo de las
escuelas no es la transmisión de conocimientos, sino la de preparar a los niños
para la vida, buscando la transformación social que facilite la vida en
comunidad para todos y todas.
Porque como bien dijo Einstein en su
día...
“La
educación es todo aquello que queda, después de olvidar lo que se ha aprendido
en la escuela”
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